Pudimos sembrar, pero, ¡lástima!, no pudimos cavar la tierra. Vino la cuarentena.
Gea, como siempre, nos da. Con paciencia alimentó sus semillas y nuestra ilusión. Y sin haber vuelto a nuestro huerto, ¡sorpresa! Esto es lo que nos encontramos: patatas, lechugas, puerros. Crecidos. Incluso algún que otro fruto.
Gracias.
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